viernes, 12 de septiembre de 2025

BERNINI VS. BORROMINI, EL SUPERCLÁSICO DE LA ROMA BARROCA


Por José Antonio Artusi

Gian Lorenzo Bernini nació en Nápoles el 7 de diciembre de 1598 y murió en Roma el 28 de noviembre de 1680. Francesco Borromini nació en Bissone, actualmente en el Cantón del Tesino, Suiza, el 25 de septiembre de 1599 y murió en Roma, por su propia voluntad, el 3 de agosto de 1667.

En la Roma del siglo XVII, el Barroco no fue solo un movimiento artístico, sino un campo de conflictos que enfrentó egos, contrastó visiones y puso en escena talentos extraordinarios. En el centro de esa confrontación estuvieron Gian Lorenzo Bernini y Francesco Borromini, dos genios cuyas obras aún contribuyen a embellecer y hacer único el paisaje urbano romano. Su rivalidad, tan intensa como la pasión que alimentaba sus obras, se ha convertido en una suerte de “superclásico” de la historia del arte y de la arquitectura, un duelo que trasciende el tiempo y tiene la capacidad de seguir asombrando a quienes visitan sus obras.

El siglo XVII fue un momento de esplendor para Roma. La Iglesia Católica, en plena Contrarreforma, buscaba reafirmar su poder a través del arte y la arquitectura, concibiéndolas como un poderoso instrumento de propaganda al servicio del enfrentamiento con la Reforma luterana. El arte barroco, con su intensidad dramática, su dinamismo y exuberancia, se convirtió en el vehículo adecuado para transmitir la grandeza de la fe y fortalecer la autoridad papal.

Bernini, carismático y políticamente astuto, era el favorito de los papas y la alta sociedad romana. Su talento abarcó la arquitectura, la escultura y el diseño urbano, y su capacidad para combinar y articular estas disciplinas creó obras de una teatralidad sin igual. Borromini, en cambio, era introspectivo, obsesionado con la geometría y la precisión, y su trabajo reflejaba una sensibilidad más experimental e intelectual. Trabajó más bien para modestas órdenes religiosas. Aunque colaboraron brevemente en proyectos en San Pedro, su relación pronto se deterioró, generando una rivalidad que se transformó en leyenda.

A diferencia de Bernini, Borromini no era un cortesano. Su carácter reservado y su rechazo a las normas sociales lo convirtieron en un outsider en la Roma papal. Esta marginalidad, sin embargo, alimentó su creatividad. Sus diseños, menos ostentosos que los de Bernini, invitan a una contemplación más íntima. Pero su vida no estuvo exenta de tragedia: Borromini se suicidó en 1667, dejando un legado que solo sería plenamente valorado siglos después.

Se dice que Borromini criticaba a Bernini por su falta de rigor técnico, mientras que Bernini menospreciaba el enfoque “extravagante” de su rival. Bernini buscaba impresionar, Borromini sorprender.

Un ejemplo legendario del enfrentamiento entre ambos puede observarse hasta el día de hoy en la elegante Piazza Navona, concretamente en la Fuente de los Cuatro Ríos de Bernini y la iglesia de Sant’Agnese in Agone, cuya fachada fue diseñada por Borromini. La leyenda urbana cuenta que una de las estatuas de Bernini en la fuente, la que representa al río de la Plata, se espanta al ver la fachada de Borromini, e intenta cubrir su rostro con una mano para no observar tal adefesio. Sea verdad o no, “se non e vero e ben trovato”, como se dice en Italia. Aunque no exista evidencia histórica que confirme la anécdota, ésta refleja la dimensión de su rivalidad: dos inspiraciones geniales disputándose el alma de Roma.

Desde una mirada contemporánea, el enfrentamiento entre Bernini y Borromini trasciende el mero chusmerío histórico. Sus obras nos hablan del contraste y la complementariedad entre lo emocional y lo intelectual. Bernini, con su teatralidad, anticipa nuestra obsesión moderna por el espectáculo, la narrativa visual y la experiencia inmersiva. Sus iglesias, plazas y fuentes son el equivalente barroco de los grandes eventos mediáticos de hoy, diseñados para captar la atención y emocionar. Borromini, por su parte, resuena con la sensibilidad contemporánea hacia la innovación y la ruptura de moldes. Sus edificios, con sus formas inesperadas y su atención al detalle, podrían verse como precursores del diseño arquitectónico moderno, donde la funcionalidad se combina con la experimentación estética.

En la era de las redes sociales, donde la imagen lo es todo, Bernini probablemente habría sido una estrella de Instagram, con sus obras diseñadas para el impacto visual. Borromini, en cambio, podría haber encontrado su lugar en círculos más especializados, apreciado por quienes buscan profundidad y originalidad.

Para captar la esencia de las diferencias y similitudes entre Bernini y Borromini puede ser muy pertinente un análisis comparativo entre Sant’Andrea al Quirinale (1658) de Bernini y San Carlino alle Quattro Fontane (1634) de Borromini, dos pequeñas iglesias ubicadas en la misma calle y separadas sólo por 160 metros.

Bernini, maestro de la teatralidad, diseñó Sant’Andrea al Quirinale como un espacio donde la luz y la geometría se conjugan para emocionar. La planta elíptica de la iglesia, con su eje mayor perpendicular a la entrada, es un mecanismo proyectual que organiza el espacio como un escenario. La elipse, en este caso, no es solo una forma geométrica, sino un dispositivo que amplifica la experiencia sensorial. Al entrar, el visitante es recibido por un espacio que se expande lateralmente, creando una sensación de amplitud y movimiento. Este espacio se ve coronado por la cúpula, decorada con estucos dorados que reflejan la luz, y por el altar mayor, donde la estatua de San Andrés parece ascender hacia un cielo iluminado.

La luz en Sant’Andrea es un elemento coreográfico. Bernini coloca ventanas estratégicas en la base de la cúpula y detrás del altar, permitiendo que rayos de luz natural inunden el espacio en momentos clave del día. Esta iluminación dirigida, que recuerda a un foco teatral, resalta los detalles escultóricos y crea un contraste dramático entre las zonas iluminadas y las sombras. La geometría elíptica actúa como un marco que dinamiza la luz, guiando la mirada hacia el altar.

Borromini, en contraste, aborda San Carlino con una visión cerebral, donde la luz y la geometría se entrelazan en un diálogo intelectual. La planta de la iglesia es un prodigio geométrico: no una elipse pura, sino una “falsa elipse” creada a partir de un sistema complejo de triángulos equiláteros, círculos y óvalos entrelazados. Este diseño, surgido de cálculos meticulosos, genera un espacio que parece ondular, con paredes cóncavas y convexas que desafían la rigidez clásica. La geometría de Borromini es un rompecabezas: las formas curvas y los ángulos inesperados crean una sensación de fluidez, como si el espacio estuviera en constante transformación.

La luz en San Carlino es un elemento revelador, casi místico. Borromini utiliza ventanas en la base de la cúpula y una linterna para filtrar la luz de manera sutil, creando un juego de claroscuro que resalta la textura de las paredes y los patrones geométricos de la cúpula, decorada con un intrincado mosaico de octógonos, cruces y hexágonos, que parece vibrar bajo la luz, dando la impresión de un espacio en movimiento.

Las obras de Bernini y Borromini siguen siendo un motivo de deleite estético, pero a la vez un magnífico recordatorio de cómo la arquitectura y el arte pueden ayudarnos a reflexionar sobre la creatividad y la espiritualidad, cuestiones que, de otro modo, siguen siendo relevantes en el siglo XXI.   

 

Publicado en el diario La Calle el 7 de septiembre de 2025.

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lunes, 8 de septiembre de 2025

KARL EHN, EL ARQUITECTO DE LA “VIENA ROJA”

Por José Antonio Artusi

Karl Ehn nació en Viena el 1º de noviembre de 1884 y murió en su ciudad natal el 26 de julio de 1959. Estudió en la Academia de Bellas Artes de Viena, donde fue discípulo de Otto Wagner, arquitecto que formó parte del grupo de artistas de la “Secesión” vienesa.  Wagner influyó de manera decisiva en la carrera de Ehn, inculcándole un enfoque que se alejaba tanto de los planteos academicistas como de la ortodoxia de las vanguardias; combinando funcionalidad, rigor geométrico y una peculiar sensibilidad estética orientada al simbolismo. Tras graduarse, Ehn ingresó en 1908 al Servicio de Arquitectura del Ayuntamiento de Viena, donde trabajaría hasta 1950, consolidándose como un profesional clave en la construcción de viviendas sociales.

Tras la Primera Guerra Mundial, Viena se encontraba en medio de una profunda crisis socioeconómica, y en un momento de gran turbulencia política. La disolución del Imperio austrohúngaro dejó a Austria como una nueva república parlamentaria, con un territorio reducido y una economía colapsada, y a Viena como su ciudad capital enfrentada a una conflictiva situación social, con alto desempleo y enormes contingentes de población viviendo en condiciones deplorables. En este escenario, entre 1919 y 1933, el Partido Socialdemócrata, a cargo del gobierno municipal, impulsó un ambicioso programa de construcción de viviendas, en el marco de un conjunto de profundas reformas en las políticas públicas, en un período que conoce como la "Viena Roja". Las obras de ese período, en las que se priorizó la construcción de viviendas adecuadas para los trabajadores, transformaron la ciudad y trascendieron la “Viena roja”, influyendo en la evolución posterior, al punto tal de que hoy en día Viena sigue siendo pionera en materia de políticas habitacionales y una de las ciudades que puede exhibir mayores logros en esta cuestión, en el contexto de una democracia liberal  con economía capitalista y con un Estado que reconoce derechos sociales básicos y asegura de manera efectiva un piso mínimo de acceso a tales derechos.

Entre los arquitectos que dieron forma a esta realidad que en algún momento pudo constituir un proyecto utópico sobresale la figura de Ehn, cuya obra maestra, el Karl-Marx-Hof, se convirtió en el emblema de esta reforma urbanística.

Antes de su proyecto más famoso, Ehn diseñó obras que mostraban su evolución estilística. En 1925, con el conjunto de viviendas Bebelhof, Ehn comenzó a acercarse a las vanguardias, pero con un estilo propio. Este conjunto de viviendas, a 100 años de su construcción, se encuentra en perfecto estado de conservación y sigue albergando familias que viven en un barrio tranquilo pero cercano al centro, bien dotado de equipamientos comunitarios y con buen acceso a redes de transporte público. Este conjunto residencial cuenta con 301 departamentos dispuestos en torno a un patio central, ocupando toda una manzana. El nombre del complejo recuerda a August Bebel, figura emblemática de la socialdemocracia alemana.

Construido entre 1927 y 1930, el Karl-Marx-Hof es un superbloque de más de un kilómetro de longitud que alberga 1.382 viviendas de entre 30 y 60 m², diseñadas para unas 5.000 personas. Este complejo no solo respondía a la necesidad de vivienda, sino que también encarnaba los ideales de la Viena Roja. Financiado por el impuesto Breitner, que gravaba consumos suntuarios y a los propietarios, el proyecto integraba servicios comunitarios como lavanderías, guarderías, una biblioteca, una farmacia, correos y amplias zonas verdes. Solo el 18,5% de los 156.000 m² del terreno se edificó, dejando el resto para espacios recreativos y jardines, un lujo para la clase obrera de la época.

El diseño del Karl-Marx-Hof es monumental, con una fachada simétrica de revestimiento amarillo y detalles rojizos en torres, culminando en un bloque central con arcos que evocan un arco triunfal. Ehn logró una síntesis entre funcionalidad racionalista y simbolismo épico, dotando al complejo de una estética que reflejaba ideales de progreso y justicia. Las torres y pasajes centrales, junto con los motivos salientes en las fachadas, crearon una imagen poderosa, casi de fortaleza, que se convirtió en un símbolo de resistencia, especialmente durante la Guerra Civil de 1934, cuando el edificio fue bombardeado por fuerzas fascistas.

Cabe señalar que Karl Ehn no era un militante social demócrata. Aunque trabajó bajo la administración de ese partido, su trayectoria sugiere una postura más bien pragmática antes que ideológica. Antes de unirse al ayuntamiento, colaboró con Max Fabiani, un discípulo de Wagner vinculado a la monarquía de los Habsburgo. Esta neutralidad contrasta con la carga simbólica de sus obras, que encarnaban los ideales de la Viena Roja. Según Owen Hatherley, “sencillamente, es la clase de edificio por el que uno podría imaginarse que la gente daría su vida. Y, sin embargo, su arquitecto, Karl Ehn, no era un activo socialista. Siguió ocupándose de sus encargos tras el golpe fascista de 1934 y trabajó incluso para los nazis tras la anexión de Austria, cuatro años más tarde. Pese a la desenvoltura del diseño, éste provenía de las instrucciones, no de las inclinaciones políticas o incluso arquitectónicas del diseñador. Por el contrario, procedía de la intersección de las necesidades de la ciudad de Viena de viviendas de gran densidad en los barrios del centro y del tipo de ideas arquitectónicas de la capital del imperio de los Habsburgo a principios del siglo XX”.

La Viena Roja, durante el gobierno socialdemócrata, significó la construcción de unas 64.000 viviendas en 15 años, albergando a un cuarto de millón de personas. Este programa transformó la ciudad y estableció un modelo de vivienda social que sigue siendo referencia mundial. A diferencia de las propuestas modernistas de Alemania o Francia, que priorizaban la industrialización, Viena optó por técnicas constructivas tradicionales, aprovechando la mano de obra local y las fábricas de ladrillo, lo que generó empleo en un contexto de crisis.

El legado de Ehn trasciende el Karl-Marx-Hof. Durante su carrera, diseñó un total de 2.716 viviendas.  En 1934, uno de cada diez vieneses vivía en una vivienda social. Pero la hegemonía de la socialdemocracia llegaría a su fin abruptamente cuando Engelbert Dollfuß, del Partido Socialcristiano, disolvió el Parlamento y ordenó al ejército disparar contra el Karl-Marx-Hof en la guerra civil de febrero de 1934. Perdieron la vida más de 350 personas.

Tras los bombardeos de 1934, el Karl-Marx-Hof fue restaurado en 1950 y renovado entre 1989 y 1992, albergando hoy un museo en su antigua lavandería. Karl Ehn personificó la capacidad de la arquitectura para formar parte de procesos de transformación social. Su trabajo en el Karl-Marx-Hof dio forma física a una visión de equidad e integración social. Este superbloque no solo resolvió necesidades prácticas, sino que se convirtió en un símbolo de resistencia y esperanza.

La Viena Roja, con Ehn como uno de sus principales artífices, demostró que algunas utopías urbanas pueden hacerse realidad, dejando un legado que sigue inspirando a arquitectos, urbanistas y decisores políticos en la búsqueda de ciudades más equitativas.

"Algún día, estas piedras hablarán por nosotros", profetizó el alcalde Karl Seitz durante la inauguración del Karl-Marx-Hof el 12 de octubre de 1930 en Heiligenstadt. Y las piedras siguen hablando, porque como sostuvo Octavio Paz, la arquitectura es el testigo insobornable de la Historia.

 

Fuentes:

https://www.sinpermiso.info/textos/la-arquitectura-como-poltica-e-ideologa-el-karl-marx-hof-de-viena

https://www.revistaad.es/diseno/iconos/articulos/podemos-aprender-viviendas-sociales-viena-roja/28959

https://archxde.com/arquitectos/ehn-karl/

https://www.wien.info/es/arte-y-cultura/viena-roja/100-a%C3%B1os-de-la-viena-roja-337616

 

 

Publicado en el diario La Calle el 31 de agosto de 2025.

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RAÚL LUCIO URANGA

Por José Antonio Artusi

Raúl Lucio Uranga nació en Paraná el 2 de marzo de 1906 y murió en su ciudad natal el 26 de junio de 1976.

Tras culminar sus estudios secundarios se trasladó a Buenos Aires para estudiar abogacía. Durante su etapa estudiantil militó en el Partido Socialista Independiente y fue candidato a diputado nacional por la Capital Federal. El 8 de noviembre de 1931, en elecciones legislativas conjuntas con la presidencial, integró la lista del Partido Socialista Independiente que encabezó Federico Pinedo (h), que obtuvo el 33,14% de los votos y fue superado por el Partido Socialista, que alcanzó el 62.65%.    

Posteriormente, ya nuevamente afincado en Entre Ríos, se afilió a la Unión Cívica Radical, y se vinculó con sectores antipersonalistas. Entre 1935 y 1939 fue concejal de la Municipalidad de Paraná. Entre 1939 y 1943 se desempeñó al frente del Departamento de Trabajo, durante la gobernación de Enrique Fermín Mihura, en la que se creó esa repartición.     

El 24 de febrero de 1946, también en una elección conjunta con la presidencial, que consagró a Juan Domingo Perón, fue electo diputado nacional por la UCR junto a Silvano Santander y Gerónimo Balbi. En esa ocasión el radicalismo obtuvo el 37,49% y fue superada por el Partido Laborista - UCR Junta Renovadora, con el 42,94%. Uranga integró el recordado “bloque de los 44”. Enrique Pereira, en “1000 nombres del radicalismo entrerriano”, señala que “sus intervenciones parlamentarias hicieron época y su capacidad de polemista, plena de temible ironía, lo convirtieron en un legislador opositor excepcional”.  El 7 de marzo de 1948 Uranga y Santander fueron reelectos en Entre Ríos. Esta vez la diferencia con el oficialismo fue mayor; la UCR obtuvo el 30,84%, y el Partido Peronista el 58,47% de los sufragios. Ejerció su mandato hasta 1952.

En ocasión del cisma radical de 1958 Uranga se inclinó por el sector frondizista. El 23 de febrero de 1958 fue electo gobernador por la Unión Cívica Radical Intransigente, con el 49,71%, imponiéndose de esa manera sobre el candidato de la Unión Cívica Radical del Pueblo, Fermín Garay, que logró el 32,69%. Con el peronismo proscripto, el voto en blanco llegó al 8,30%.

Asumió su mandato el 1º de mayo de 1958 y no pudo culminarlo faltando sólo seis días, al ser intervenida la provincia el 24 de abril de 1962, poco después del golpe militar que derrocó al presidente Frondizi el 29 de marzo. El aspecto más relevante de su gobierno fue la elaboración del proyecto y el comienzo de la construcción del Túnel Subfluvial que une a Paraná con Santa Fe. Uranga dijo por entonces: “Tenemos que hacerle un tajo al Paraná para terminar con la incomunicación de Entre Ríos y de toda la Mesopotamia, para instaurar una comunicación transversal y permanente de nuestras regiones”. Gracias a un acuerdo con el Gobernador de Santa Fe Carlos Silvestre Begnis, las obras dieron inicio en junio de 1961. Otros hitos relevantes de su gestión fueron la expropiación de campos que fueron entregados a 300 colonos, la pavimentación de 600 kilómetros de caminos de la red provincial y el enripiado de otros 400, la constitución de la Corporación Entrerriana del Citrus, construcción de edificios escolares, creación del Instituto Autárquico de Planeamiento y Vivienda,  provisión de agua potable a 31 ciudades; créditos industriales que permitieron el establecimiento de 119 nuevas fábricas; suministro y ampliación de energía eléctrica en 40 localidades; ampliación de los servicios de telecomunicaciones de la provincia, etc.

El 12 de octubre de 1965 Uranga retornó a la Cámara de Diputados de la Nación. El 14 de marzo de ese año fue el único diputado electo por el Movimiento de Integración y Desarrollo, a pesar de quedar en el tercer lugar con el 15,66%. El MID había surgido como una escisión de la UCRI. El otro sector – que luego sería el Partido Intransigente - se quedó con la sigla, pero apenas llegó al quinto lugar, con el 6,54%, detrás del Partido Demócrata Unido. En esa ocasión el triunfo correspondió a la Unión Cívica Radical del Pueblo, que con el 32,14% de los sufragios consagró dos bancas. El exgobernador peronista Héctor Domingo Maya fue el otro legislador electo, al conseguir el 25,28% de los sufragios con la lista del Partido Tres Banderas, tras el levantamiento de las proscripciones por parte del gobierno del presidente Arturo Umberto Illia. Fue designado vicepresidente 2º de la cámara, pero el tercer mandato legislativo de Raúl Uranga fue breve, ya que el año siguiente, el 28 de junio de 1966 la asonada golpista de Onganía depuso a Illia y clausuró el Congreso de la Nación.        

En 1973 fue candidato a gobernador por el MID. Si bien su partido a nivel nacional formó parte del Frente Justicialista de Liberación y apoyó la fórmula Cámpora – Solano Lima, en la provincia el MID participó con candidatos propios. El primer lugar correspondió al candidato peronista, Enrique Tomás Cresto, con el 44,64%, que se impuso a la UCR, que con la fórmula César Luis Corte – José Luis Rodríguez Artusi obtuvo el 27.79%. El MID quedó en tercer lugar, con el 15,47%. Las reglas electorales impuestas por la dictadura exigían la mitad más uno de los votos para ser electo gobernador, por lo que fue necesario recurrir a una segunda vuelta, el 15 de abril, en la que el FREJULI se impuso ampliamente, ya con el apoyo del MID y otros partidos que habían participado en la elección. Posteriormente, por diferencias surgidas al interior del MID Uranga creó una nueva agrupación política junto a Sylvestre Begnis, el Movimiento Línea Popular, partido que presidió en Entre Ríos.

El periodismo fue otro de los campos en el que descolló. Al momento de despedirlo tras su muerte, en El Diario de Paraná se resaltó que “el Dr. Uranga fue también periodista. Ejerció la Dirección de El Diario en horas difíciles para el periodismo y las libertades argentinas. Alguna vez le oímos decir que las verdaderas vocaciones de su vida fueron el periodismo y la docencia y confesar que no pudo cumplirlas plenamente, absorbido por la función pública y la política”.   

Jorge Riani recuerda en su obra “El Imperio del Quijote” que “El Diario sufrió 14 clausuras durante los gobiernos peronistas, y algunos de sus directores terminaron en el calabozo como presos políticos. Dos fueron esencialmente los que pagaron con su libertad el enfrentamiento con el régimen peronista: Raúl Lucio Uranga y Arturo Julio Etchevehere…”. Para profundizar en la compleja y poco conocida relación entre ambos hay que leer el libro de Riani, que cuenta “la historia oculta de un diario que influyó en la política argentina”.

En el ámbito de la docencia universitaria Raúl Uranga fue titular de la cátedra de Derecho Municipal en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional del Litoral en Santa Fe. También fue un destacado deportista y dirigente del Club Estudiantes de Paraná.   

 

Publicado en el diario La Calle el 24 de agosto de 2025.

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ALBANO LUCIO GIMÉNEZ

Por José Antonio Artusi

Albano Lucio Giménez nació en Paraná en 1882 y murió en La Paz el 12 de julio de 1937, a los 55 años. Estudió Derecho en la Universidad Nacional de Córdoba. Tras recibir el título de abogado se desempeñó en diversos cargos en el Poder Judicial en Victoria y Villaguay. Posteriormente se radicó en Concepción del Uruguay, donde ejerció la profesión en su propio estudio.

Luis Alberto Salvarezza lo evoca como un “talentoso y olvidado poeta” y considera que su poesía “apunta preferentemente a la belleza de lo conceptual, dejando transparentar al abogado y específicamente al juez; que se hace se hace eco del pensamiento filosófico griego, que asociaba la poesía al concepto de belleza y verdad, como sus sinónimos. A la vez que pensaba a la belleza como involucradora del conocimiento intuitivo y el deleite como querrá después Jacques Maritain. De ahí que la impresión más profunda que le queda al lector de los poemas de Giménez es el de la belleza. Más allá de ese juego sociológico condicionado por una u otra ley.” Salvarezza analiza su obra poética y señala que “lo religioso es permanentemente cuestionado. En la primera estrofa del extenso y denso poema “Entonces”, a través de una enumeración anafórica de interrogantes (“¿Cómo piensas Señor…?”), cuestiona las enseñanzas que plantea la Iglesia desde sus Evangelios frente a las necesidades que reclama la sociedad.  Al lado de la Iglesia como una antítesis y con otra cruz se eleva la fábrica, allí las humaredas de la “caridad cristiana” no pueden disimular la desnudez de la piel mendiga ni los andrajos de la carne proletaria.” Alejandro Bernasconi lo describe como “poeta fervorosamente anticlerical y hombre de Derecho”.           

En una nota necrológica que publicó el diario La Juventud Delio Panizza lo despidió así: “Ha muerto un poeta. Albano L. Giménez lo era, no sólo por la armonía de sus versos, sino también por la belleza de su pensamiento. De alma bohemia, daba su canto sin preocuparse más de él, dejándolo al azar de las manos amigas. Mucho de su producción se ha perdido por eso. Acaso en un día no lejano, tengamos el placer estético de ver reunidos en un libro armonioso sus cantos acompasados y serenos, sin ritmos violentos, que dan la impresión de las grandes aves. Sus producciones siempre bien meditadas, tendían a la exteriorización de un pensamiento filosófico… Con motivo del triunfo de los aliados y el armisticio de 1918, cuando la guerra mundial, dijo uno de esos discursos que no se olvidan: breve, sentencioso, cálido y bello como un canto. Su oratoria era original, Sus discursos parecían cortados como por filosas hojas de luz. Se lo escuchaba con afecto y era grata al oído la rítmica cadencia de sus frases, nunca vacías y jamás hirientes.”

En su poesía, sostiene Luis Alberto Salvarezza, “subyace una acendrada cultura no exenta de sutil ironía, más allá de sus adhesiones u opiniones, que cabe o no compartir, lúcida y sugerente a la vez, encuentra sus núcleos fundantes en lo religioso, lo legal y lo amoroso. En síntesis, a través de elegidas palabras, que revelan un extremo cuidado y acierto, carga o compromete ideológicamente a esa materia tan inaccesible que es la poesía. Por eso podemos decir que aparenta contradecir la famosa frase de Mallarmé, los poemas se hacen con palabras, no con ideas…”.

La política, además del derecho y la poesía, ocupó a Albano Lucio Giménez; pero el único cargo público que ocupó fue la presidencia municipal de Concepción del Uruguay. El 6 de diciembre de 1931 Albano Giménez fue electo concejal por el radicalismo antipersonalista, junto a Salvador Sartorio, Agustín P. Artusi, Alfredo M. Bidart, y Juan José Terenzio. También resultaron electos Delio Panizza, Luis María Pons y Nicolás San Martín por el radicalismo yrigoyenista, y Wenceslao Gadea y Rodolfo Seró Mantero por el Partido Demócrata Nacional. El socialismo no logró la reelección de José Electo Brizuela y Raúl Fernández. Los resultados de esa elección fueron los siguientes: radicalismo antipersonalista 901 votos, radicalismo yrigoyenista 597 votos, PDN 415 votos y PS 227 votos. De todos modos, Giménez fue designado presidente municipal por el gobernador, y ejerció el cargo desde el 1º de enero de 1932 y el 31 de diciembre de 1933. Lo acompañó como secretario Cándido Defazy, funcionario de dilatada experiencia en el municipio.   

Alejandro Bernasconi recuerda que “su gestión al frente del Departamento Ejecutivo inició en el mismo momento que en la provincia asumía Luis Lorenzo Etchevehere como gobernador, y José M. Texier como vice, hombres del radicalismo antipersonalista. Poco más de un mes y medio después, Agustín P. Justo, nativo de Concepción del Uruguay, asumía la presidencia del país, luego de poner en marcha la maquinaria del fraude electoral. También coincidió con el escenario más difícil de la década en términos económicos y sociales, siendo 1932 el momento de más desocupación en la provincia. Ese año, además, se formó la Unión Obrera de la provincia de Entre Ríos, en la que confluyeron sindicalistas de Concepción del Uruguay y anarquistas de Diamante, iniciando un ciclo de luchas cuyo punto más alto fue 1935. Además, en la ciudad se comenzó a expresar tempranamente la preocupación de las fuerzas democráticas por el avance del fascismo… Durante su gestión, en 1932, se inició el debate por la reforma de la constitución provincial, promulgada el 18 de agosto de 1933”.         

Entre los aspectos más destacados de la gestión de Giménez al frente del Departamento Ejecutivo Municipal Bernasconi enumera, entre otros, los siguientes: la creación del “Registro Municipal de Desocupación… los inscriptos debían ser convocados en trabajos extraordinarios y pavimentación…, la instrumentación de las “cocinas populares”…, intentos por controlar y fijar los precios de productos básicos mediante las ferias francas…, mejoras en el balneario municipal…, actualizó la reglamentación de la gestión anterior sobre el tránsito…, pavimentación del casco céntrico de la ciudad…, construcción de desagües pluviales para evitar las inundaciones en el barrio Sud Oeste…, continuidad de la traza del boulevard Juan J. Urquiza, actual Presidente Hipólito Yrigoyen…, instalación del primer teléfono público en la Plaza Ramírez”.     

         

 

Fuentes:

Bernasconi, Alejandro. "Algunas presidencias municipales de Concepción del Uruguay durante el intervencionismo conservador. 1932 - 1939." Intendentes uruguayenses 1873 -2023. Concepción del Uruguay: Espacio Editorial Institucional UCU, 2023.

Salvarezza, Luis Alberto. De los hallazgos. Buenos Aires: Dunken, 2008.

Villanova, Jorge. Fernández y Brizuela - Socialistas y artiguistas. Tinta china, 2013.

 

 

Publicado en el diario La Calle el 17 de agosto de 2025.  

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domingo, 24 de agosto de 2025

RODOLFO SERÓ MANTERO

Por José Antonio Artusi

Rodolfo Alfredo Seró Mantero nació en Concepción del Uruguay el 22 de agosto de 1896 y murió en su ciudad natal el 21 de abril de 1960. Su padre, Juan Miguel Seró, fue el fundador de Villa Mantero en 1893. El nombre es un homenaje a su suegro, el abuelo materno de Rodolfo; Juan Antonio Mantero, abogado que combatió en los campos de Cepeda y Pavón y había sido ministro de Hacienda del gobernador Racedo, hasta que renunció en desacuerdo con la reforma constitucional de 1883 que privó a Concepción del Uruguay de su condición de ciudad capital. Racedo no le aceptó la renuncia y lo destituyó. Juan Miguel Seró fue acusado junto a otros de participar en un complot para terminar con la vida de Racedo, y partió momentáneamente hacia el exilio en Paysandú para evitar la persecución.  

Rodolfo Seró Mantero ingresó al Colegio del Uruguay en 1911 pero interrumpió el cursado del bachillerato para continuar estudios de comercio en Buenos Aires. Se desempeñó como administrador de aduanas en Misiones, Santa Fé y Concepción del Uruguay. En todas las ciudades en las que residió demostró un gran interés por las actividades culturales, integrando diversas comisiones y asociaciones. Fue miembro de número del Instituto Sanmartiniano de Posadas y correspondiente de la Junta de Estudios Históricos de San José de Flores.

En Concepción del Uruguay fue rector de la Universidad Popular, integró el Consejo Directivo de la Asociación Educacionista “La Fraternidad” y la Comisión de Ex Alumnos del Colegio del Uruguay. Formó parte de la Comisión Directiva de la Biblioteca Popular “El Porvenir” y de la Comisión Municipal de Bellas Artes. Fue delegado honorario de la Comisión Nacional de Monumentos Históricos y colaboró con los directores del Museo del Palacio San José, primero Antonio P. Castro y luego Manuel Macchi. En 1950 integró la primera Comisión de Cultura Municipal, de la que fue su secretario general.

El 6 de diciembre de 1931 fue electo junto a Wenceslao Gadea como concejal por el Partido Demócrata Nacional. El Concejo Deliberante en ese período – recordemos que los mandatos municipales duraban dos años – estuvo también integrado por cinco concejales del radicalismo antipersonalista y tres del radicalismo yrigoyenista. El presidente municipal entre el 1º de enero de 1932 y el 31 de diciembre de 1933 fue Albano Lucio Giménez, designado por el Poder Ejecutivo Provincial, pero que había encabezado la lista de ediles del radicalismo antipersonalista. Durante su gestión como concejal integró una comisión “para inspeccionar las oficinas y reparticiones del municipio”, y una comisión ad honorem de vecinos a cargo de la organización de las “cocinas populares”. Alejandro Bernasconi considera que “es bastante clara la existencia de una tensión entre el Departamento Ejecutivo y el Honorable Concejo Deliberante, especialmente en el primer año de gobierno”.

En 1931 fue elector de presidente y vice de la Nación por la Concordancia. Rodolfo Seró Mantero fue uno de los siete electores que en el Colegio Electoral votaron por quien resultaría el ganador, Agustín Pedro Justo, acompañado por “Julito” Roca. En Entre Ríos en esa oportunidad se dio un resultado atípico; a diferencia de la mayoría de las provincias, en las que el triunfo correspondió a la Concordancia, aquí la victoria estuvo del lado del radicalismo antipersonalista, que impulsó la candidatura de Francisco Barroetaveña. En las elecciones del 8 de noviembre de 1931 la UCR “independiente” obtuvo el 45, 96% de los sufragios y consagró quince electores, la Concordancia el 35,23% y la Alianza Civil, coalición del Partido Demócrata Progresista y el Partido Socialista el 18,82%.      

En 1935, al ser electo nuevamente concejal por el Partido Demócrata Nacional, se dio una situación curiosa, de la que hemos dado cuenta en esta hoja al referirnos a José Antonio Rodríguez, su cuñado, que también fue electo concejal, pero por la UCR. El diario “La Juventud”, bajo el título “Sorteo de concejales”, dio a conocer que “la situación planteada a los señores concejales Dr. José A. Rodríguez y Rodolfo Seró Mantero a raíz del parentesco que los une, ha quedado solucionada mediante sorteo, habiendo éste favorecido al Dr. José A. Rodríguez, quien continuará en su banca, no así el Sr. Seró Mantero, quien ha sido reemplazado por el primer suplente de su sector político, Sr. Ángel Mazzarello. La comisión especial designada a objeto de considerar el caso llegó a la conclusión de que no era posible el desempeño simultáneo del mandato por ambos concejales en virtud de los vínculos de parentesco que los unen.”. El intendente en ese período fue el Dr. Justo Germán Ravenna, el primero en ser electo mediante las disposiciones de la ley 3001 orgánica de municipios, que reglamentaba el régimen municipal instaurado en la reforma constitucional de 1933, y que reestablecía la elección de intendentes de manera directa por el sufragio popular. Resultaron electos en esa oportunidad siete concejales por el radicalismo unificado, tres por el Partido Demócrata Nacional y dos por el peculiar “yrigoyenismo” uruguayense reacio a la unificación, Alberto Carosini y Delio Panizza. Los concejales radicales obtuvieron 2261 votos, poco más del 50% del total, los conservadores 1015, los “yrigoyenistas” 698 y los socialistas, que no lograron renovar las dos bancas que ocupaban José Electo Brizuela y Raúl Fernández, 175.

Rodolfo Seró Mantero tuvo una vasta producción literaria, periodística e historiográfica. Luis Alberto Salvarezza señala que “salvo su iniciación lírica editaba bajo el título de Ensayos (1923), centró sus investigaciones en cuatro grandes temas, verdaderos tópicos dentro de su obra y del corpus de la investigación de nuestra ciudad… sobre Olegario Víctor Andrade, el Colegio del Uruguay, Concepción del Uruguay y otros aspectos relacionados con la cultura; campos semánticos que se traducen en breves y extensos artículos y ensayos, recogidos, algunos de ellos, a través de folletos y la mayoría en revistas como Nativa, Tellvs, Panorama, Substancia, Reflejos del interior, y los diarios La Juventud, El Telégrafo, Los Principios y La Calle, entre otros… Sobre estos cuatro temas ofreció innumerables conferencias en el Colegio del Uruguay, Biblioteca Popular El Porvenir, Instituto Osvaldo Magnasco, Municipalidad de Concordia, Asociación Gral. Urquiza y Teatro Cervantes (Capital Federal) y Biblioteca Popular de Misiones”.          

 

Fuentes:

Bernasconi, Alejandro. "Algunas presidencias municipales de Concepción del Uruguay durante el intervencionismo conservador. 1932 - 1939." Intendentes uruguayenses 1873 -2023. Concepción del Uruguay: Espacio Editorial Institucional UCU, 2023.

Salvarezza, Luis Alberto. De los hallazgos. Buenos Aires: Dunken, 2008.

Urquiza Almandoz , Oscar Fernando. Historia de Concepción del Uruguay - Tomo III. Concepción del Uruguay: Municipalidad de Concepción del Uruguay, 1985.

Publicado en el diario La Calle el 10 de agosto de 2025.

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sábado, 23 de agosto de 2025

JOSÉ ELECTO BRIZUELA, CATAMARQUEÑO POR NACIMIENTO, URUGUAYENSE POR ELECCIÓN

 

Por José Antonio Artusi

José Electo Brizuela nació en Catamarca el 11 de marzo de 1893 y murió en Concepción del Uruguay el 24 de abril de 1940. Se recibió de maestro y de profesor de Ciencias Naturales en la Escuela Normal de Paraná y volvió a su ciudad natal, en la que comenzó a ejercer la docencia y llegó a ser vicedirector de su Escuela Normal. Un conflicto estudiantil de trágicas consecuencias tendría como derivación que abandonara Catamarca y se afincara en Concepción del Uruguay, ciudad en la que residió hasta su muerte.

Tras el estallido de la reforma universitaria en Córdoba en 1918, sus ecos llegaron hasta Catamarca, que, si bien no tenía en ese entonces universidad, vio como las banderas reformistas eran adoptados por muchos estudiantes secundarios. El líder de esos estudiantes era Antonio Taire, alumno de cuarto año, asesinado en agosto de 1920 por resistirse a publicar una enmienda periodística. Los estudiantes no estaban solos, numerosos profesores reformistas los apoyaban, sobre todo José Electo Brizuela. La solidaridad del profesor con el estudiante mártir no sería gratuita. Ante amenazas de muerte y temiendo por la suerte de su familia, Brizuela se dirigió a Córdoba, donde recibió el apoyo y la recomendación de Ramón José Cárcano. ¿Que unía al conservador cordobés con el socialista catamarqueño? Todo indicaría que la coincidencia en los principios liberales del ideario reformista. En su obra “Antonio Taire, el mártir”, Carlos Gallo señala que “Cárcano recibió a Brizuela y le dio una mano. Hasta le dio a elegir el nuevo destino”. Y Brizuela eligió a Concepción del Uruguay.     

Jorge Villanova sintetiza su actuación política en la capital histórica de Entre Ríos: “Brizuela desarrolló su actividad en las décadas del veinte y del treinta: candidato a concejal en Concepción del Uruguay en 1923, 1925, 1929; fue elegido ese último año… junto a Raúl Fernández… Fue candidato a diputado en 1924, por el circuito Uruguay – Colón donde obtuvo 881 votos, el 31% de los sufragios positivos. También lo fue en 1926, 1930 y 1931, en esta última elección el Partido Socialista integró la Alianza Civil, junto al Partido Demócrata Progresista. Y fue candidato a convencional constituyente en 1932 para reformar la Carta provincial”.  En 1931 Brizuela intentó, sin éxito, renovar su mandato en el concejo deliberante. Es interesante reflejar algunas de las propuestas del socialismo en ese momento, tal como se detallan en la obra de Villanova: “Se gravarían las tierras excluídas las mejoras; … gravámenes al vicio, lujo y privilegios en general, y supresión de impuestos a los artículos de primera necesidad; … también se proponía darle el máximo impulso a las cooperativas de consumo y de construcción de viviendas…”. Algunos de esos puntos pueden encontrarse también en plataformas electorales del radicalismo de esa época.     

Brizuela fue profesor en el Colegio del Uruguay y en la Escuela Normal. Cesanteado por el gobierno nacional en 1931 por su filiación política, sin sumario alguno, fue reincorporado en 1932. Formó parte de las comisiones directivas de la Universidad Popular y de la Asociación Educacionista La Fraternidad. Integró y presidió la Biblioteca Popular “El Porvenir”. Durante su presidencia esta institución fundó el Museo de Bellas Artes, cuyo salón lleva su nombre. En 1934 se logró, tras gestiones ante el presidente municipal, Justo Germán Ravenna, la sanción de la ordenanza 981, que crea la Comisión Municipal Oficial de Bellas Artes. A partir de ese momento la institución formó parte de la Federación de Comisiones Oficiales de Bellas Artes. En 1936 Brizuela presidió la primera Comisión Municipal de Bellas Artes, y el 8 de julio de 1937 se inauguró su museo. En ese acto pronunció palabras que reflejan algunas facetas de su pensamiento, más allá de los estrictamente artístico: “Esta ciudad…, es la ciudad del Colegio famoso y del Pronunciamiento, dos distintas expresiones de un mismo anhelo patriótico que, uniéndose como los brazos que sostienen en lo alto el símbolo frigio de nuestro escudo, contribuyeron a elevar el plano superior de la humana dignidad la cultura de la Nación, asegurando una la libertad y dándole la otra, en parte, su contenido, bajo el concepto de que la libertad no es otra cosa que el marco amplísimo para elaborar, por la educación, la plenitud humana e la grandeza de la patria”.           

José Electo Brizuela publicó numerosos artículos en diversos medios gráficos, en Los Principios y La Juventud de Concepción del Uruguay, en El Argentino de Gualeguaychú y en La Nación y la Prensa de Buenos Aires. También es autor de trabajos científicos sobre ciencias naturales, a los que se debe que un yacimiento de Santiago del Estero de la formación geológica del pampeano medio lleve su nombre.

Al despedir sus restos ocuparon la tribuna, entre otros, el conservador Rodolfo Seró Mantero y el radical yrigoyenista Delio Panizza. El “señor de Montiel” lo evocó como un “profesor en un sentido casi desusado de la cátedra; más que eso: Maestro en la más hermosa y la más noble de sus acepciones… Su cátedra fue un símbolo, en estos tristes tiempos de encumbramientos increíbles. Su palabra fue siempre lección, en estas horas en que la juventud carece ya de guía”. Y al cumplirse un año de su muerte Panizza lo recordó así: “… dentro de la pobreza de sus medios económicos era un millonario de ideales y cruzó por su senda donando a manos llenas las flores de su espíritu infatigable y buceador de bellezas, de su corazón acelerado constantemente en el ritmo de la justicia y la equidad y de su cerebro acicateado sin descanso por la investigación científica o por la curiosidad literaria”.      

A 20 años de su muerte, el periódico Alborada, bajo el título “Brizuela: laico, republicano y socialista”, lo evocó de esta manera: “Fue un humanista que no perdió contacto con la realidad. Sabía muy bien y lo decía, que la propiedad es un factor decisivo en la formación espiritual. Comprendió meridianamente que de nada valen los planes educativos si no están regulados por una concepción económico – política que lleve por lema estas palabras de San Agustín: “Maldito aquel que por primera vez ciñó el huerto de cercas y dijo: “Esto es mío”.” Ese creó la propiedad y destruyó la igualdad, o las de San Ambrosio: “La naturaleza creó el derecho común; la usurpación creó el derecho privado”. La mencionada publicación hace una interesante comparación con Alejo Peyret: “… en el historial del centenario Colegio pueden darse dos nombres que polarizan las dos etapas de la evolución cultural desde 1849. Alejo Peyret, el gascón, laico, republicano e integralmente liberal. José Electo Brizuela, el catamarqueño laico, republicano e integralmente socialista”.                

Fuentes:

Gallo , Carlos . Antonio Taire: el mártir. Catamarca: El trébol, 2019.

Salvarezza, Luis Alberto. De los hallazgos. Buenos Aires: Dunken, 2008.

Villanova, Jorge. Fernández y Brizuela - Socialistas y artiguistas. Tinta china, 2013.

 

Publicado en el diario La Calle el 3 de agosto de 2025.

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ERNESTO SAMMARTINO EN LA REFORMA CONSTITUCIONAL DE 1933

 

Por José Antonio Artusi

El 10 de diciembre de 2023 nos referimos en esta hoja a Ernesto Sammartino, y trazamos un panorama general de su vida y obra.  Nos abocaremos hoy a su actuación en la convención que reformó la Constitución de Entre Ríos en 1933, y a algunas de las ideas que expuso en ese momento y más adelante.  A los 31 años Sammartino formó parte del brillante cuerpo de convencionales que nos legó la progresista Constitución de 1933. En esa oportunidad propuso y obtuvo la inclusión del sufragio femenino, avance que lamentablemente no fue reglamentado en ese momento por la Legislatura. El voto de las mujeres ocuparía nuevamente su atención cuando lo propuso en 1946 como diputado nacional.

En los debates de la convención constituyente además Sammartino se destacó por sus intervenciones en materia de legislación tributaria. En términos generales, Rogelio José Biasizo señala en su obra “Economía de Entre Ríos en el período de intervencionismo conservador (1930 -1945)” que “el centro del debate gira en torno a la intención de los constituyentes de dejar plasmada la progresiva eliminación de impuestos indirectos, sobre todo los que gravan artículos de primera necesidad, evolucionando hacia un sistema tributario basado en impuestos directos, los que recaigan sobre los artículos superfluos, sobre el mayor valor de la tierra libre de mejoras, al mayor valor, a los latifundios, al capital improductivo y a la renta. Como antecedentes internacionales del impuesto al mayor valor de la tierra se citan los casos de Alemania y Nueva Zelanda. Asimismo, Entre Ríos cuenta con la ley 2859, de reciente promulgación (en gobernación de Herminio Quirós, 1930 -1931), con aplicación sólo en los casos de transferencias de propiedades raíces, pero no ha sido adoptado como fuente de ingreso permanente y general. La referencia doctrinaria naturalmente recae en Quesnay, el principal representante de la escuela fisiócrata que decía “el impuesto a la tierra no es una carga, sino la parte de la propiedad que el propietario no ha adquirido porque procede del trabajo social”. Están presentes en el debate Adam Smith, James Mill, los saintsimonianos, quienes han admitido la teoría del mayor valor”. Sammartino cita explícitamente a Henry George, el ideólogo del impuesto al valor del suelo libre de mejoras como “impuesto único”: “George mismo llega a reconocer la propiedad privada de la tierra, pero en una forma restringida y sin justificarla. La “cáscara” de este derecho, dice gráficamente, debe ser de los particulares, pero la nuez del Estado”. Biasizo continúa contextualizando la evidente influencia de la obra de Henry George en el ideario de Sammartino y algunos de sus correligionarios: “En Argentina el georgismo (tras la aparición en el país de la corriente ideológica que sustentó las ideas del autodidacta estadounidense Henry George) …, inspiró la conformación de centros y ligas, coincidente con iniciativas parlamentarias del Partido Socialista y la activa participación de sus miembros en la Federación Agraria Argentina y en la creación de sindicatos de trabajadores rurales, donde también pesaron las corrientes anarquistas. La tesis más difundida de George se refiere a la creación del Impuesto Único, técnicamente conocido como el impuesto sobre el valor de la tierra libre de mejoras, donde la propuesta es dejar la tierra en posesión privada de los individuos, imponiéndose un tributo sobre el valor anual de la tierra misma, independientemente del uso que de ella se haga o de las mejoras. El georgismo, que inspiró numerosas reformas agrarias en Europa, Australia y Nueva Zelanda, influyó sobre sectores del radicalismo de Córdoba y sobre destacados miembros del Partido Socialista”. Si bien es verdad que el radicalismo cordobés parece haber sido el que más absorbió la influencia georgista, podemos rastrear también vetas de esa doctrina en los radicalismos de Jujuy y Entre Ríos; por ejemplo, en la gobernación de Luis Lorenzo Etchevehere, la primera luego de la reforma constitucional, en plataformas municipales de la época; y en iniciativas frustradas de legisladores o gobiernos radicales que van a presentarse durante las presidencias de Yrigoyen, Illia y Alfonsín. 

Esos riquísimos debates de 1933 dieron lugar al artículo 43 de la Constitución, que establece que “la Legislatura, al dictar las leyes de carácter tributario, propenderá a la eliminación paulatina de los impuestos que pesen sobre los artículos de primera necesidad, debiendo evolucionar hacia la adopción de un régimen impositivo basado en los impuestos directos y en los que recaigan sobre los artículos superfluos”. Comparar el proceso con el producto puede generar cierta sensación de “gusto a poco”; parecería que los convencionales debatieron con rigor y erudición, pero a la hora de plasmar sus ideas en normas concretas “se quedaron cortos”. En la reforma del 2008 el artículo 43 quedó sin cambios, pero ahora con el número 79. Queda aquí también la sensación de que no se aprovechó suficientemente la oportunidad brindada por la instancia reformista para profundizar las disposiciones constitucionales en materia tributaria. De todos modos, el artículo 43 no dejó de ser un extraordinario avance y constituyó una sabia cláusula programática. Lamentablemente, la legislación tributaria y la realidad marcharon por otro camino, en contramano de las progresistas recomendaciones del texto constitucional. En 2023 por ejemplo, el impuesto a los ingresos brutos - un impuesto directo, una gabela medieval regresiva y distorsiva de perniciosos efectos – constituyó el 75% de los recursos tributarios provinciales. Mientras que el impuesto inmobiliario – un impuesto directo que en realidad es la combinación de dos tributos, uno bueno, el que grava el valor del suelo, y uno malo, el que grava las mejoras y construcciones – representó solamente el 9%. En 2003 ingresos brutos representaba el 49% y el inmobiliario el 26%. El contraste con la prescripción constitucional es cada vez más flagrante y doloroso.

En Sammartino la influencia de Henry George, además de su intervención en la convención reformista de 1933, es claramente observable en el siguiente párrafo de su libro “El infortunio argentino visto desde Europa”, en el que propone básicamente volver a la enfiteusis de Rivadavia: “Todavía seguimos siendo un país de economía agraria y cuando se habla de incorporar 4 millones de habitantes más a la República, no se ha resuelto el problema agrario de fondo. Hay que terminar con el derecho de propiedad romana sobre la tierra. La tierra debe ser para el que la trabaja, pero en posesión vitalicia, con cláusulas de caducidad que aseguren su explotación racional. El dominio eminente no debe ser abandonado por el Estado. La posesión y las mejoras deben ser transmisibles a los herederos del titular del derecho. En síntesis, el Estado debe volver, en lo que respecta a las tierras fiscales, a la enfiteusis rivadaviana”. No es aventurado suponer que hoy Sammartino sería tildado, infundadamente, de “comunista”. Recordemos que el propio Mitre, con su extraordinaria habilidad para tergiversar el sentido de las acciones y de las ideas, había condenado a la enfiteusis de Rivadavia precisamente por “comunista”.


Fuentes:

Biasizo, Rogelio José . Economía de Entre Ríos en el período de intervencionismo conservador (1930 - 1945). Concepción del Uruguay: Editorial de la Universidad Nacional de Entre Ríos , 2015.

Sammartino , Ernesto E. El infortunio argentino visto desde Europa. Buenos Aires, 1947.


Publicado en el diario La Calle el 27 de julio de 2025.

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FRANCISCO BARROETAVEÑA

 

FRANCISCO BARROETAVEÑA

Por José Antonio Artusi

Se cumplen 169 años del nacimiento de Francisco Antonio Barroetaveña Zepeda. Nació en Gualeguay el 20 de julio de 1856 y murió en Buenos Aires el 27 de noviembre de 1933. Cursó el bachillerato en el Colegio del Uruguay. El 14 de mayo de 1877 presidió la asamblea fundacional de la Asociación Educacionista “La Fraternidad” en el Teatro “1º de mayo”, y fue su segundo presidente, sucediendo a José Benjamín Zubiaur. Estudió luego abogacía en la Universidad de Buenos Aires y obtuvo su título con una tesis sobre el matrimonio civil. En 1878 fue iniciado en la masonería en la Logia Jorge Washington de Concepción del Uruguay y más tarde en Buenos Aires participó junto a Leandro Alem en la Logia Docente, que impulsó la sanción de lo que sería la ley 1420 de educación común en 1884. En 1883 publicó una monografía sobre la “Inconstitucionalidad de la ley de convocatoria a la Asamblea Constituyente en la provincia de Entre Ríos”. Asamblea Constituyente que, entre otras reformas, trasladó la capital de Concepción del Uruguay a Paraná, introdujo el bicameralismo en la Legislatura y estableció que la educación común debía ser gratuita, obligatoria y laica

El 20 de agosto de 1889 el diario La Nación publicó un artículo de su autoría con fuertes críticas al gobierno de Juárez Celman titulado “¡Tu quoque juventud! (En tropel al éxito)”. Barroetaveña se lamentaba de “la vida política del país totalmente suprimida, gozándose hoy mil veces más libertad política y civil en todas las monarquías constitucionales de la vieja Europa que en esta joven República de la América del porvenir; la descentralización administrativa y política casi ha desaparecido, pues ya en el hecho no hay provincias sino intendencias, ni municipalidades elegidas por el pueblo sino comisiones de amigos de los gobernantes llevados para asegurar el abuso y la arbitrariedad. En todas partes malestar, desgobierno y escándalos, que arruinarán al pueblo cuando estalle una crisis inevitable que todos la presienten”.  

El artículo tuvo tanta repercusión que poco después se convocó, con las firmas de Francisco Barroetaveña y Marcelo de Alvear, entre otros, a una reunión en el Jardín Florida el 1º de septiembre de 1889. Ese día quedó constituida la Unión Cívica de la Juventud, y Barroetaveña fue designado su presidente. El 13 de abril de 1890 en otra asamblea en el Frontón Buenos Aires se resolvió cambiar el nombre del partido, que pasó a denominarse simplemente Unión Cívica. Los sucesos posteriores son más conocidos; el levantamiento del Parque de Artillería el 26 de julio, la renuncia de Miguel Juárez Celman el 6 de agosto y la asunción de la presidencia por parte del vicepresidente Carlos Pellegrini. Y al año siguiente, el 26 de junio de 1891, la creación de la Unión Cívica Radical liderada por Leandro Alem como una escisión de la Unión Cívica, y en oposición a la Unión Cívica Nacional encabezada por Bartolomé Mitre.   

El 4 de febrero de 1894 fue electo diputado nacional por la Capital Federal, propuesto por la UCR, que se impuso. El segundo lugar correspondió a la Unión Cívica Nacional y el tercero al Partido Autonomista Nacional. Ejerció su mandato entre el 30 de abril de 1894 e idéntico día de 1898. Volvió a la Cámara de Diputados entre 1900 y 1904, pero ahora por la Provincia de Buenos Aires, y en una lista mixta originada a partir de un acuerdo del radicalismo con el Partido Autonomista bonaerense.

María Gabriela Micheletti señala que “es conocida su actuación parlamentaria… en la que fue promotor de una serie de proyectos de ley de corte laicista, ... En sus escritos y en su función de legislador, Barroetaveña criticó la influencia del clericalismo en el país y se manifestó partidario de lograr una mayor separación entre la Iglesia y el Estado. Se proclamó defensor de la libertad de cultos, aunque consideraba a la religión como una cuestión que pertenecía exclusivamente a la esfera privada. Escribió, entre otras obras, “El matrimonio civil” (1884), “El clericalismo y el divorcio” (1912) y “Escuela libre de dogmas”, esta última junto a J. Alfredo Ferreira y José B. Zubiaur”. Dévrig Mollès recuerda que Barroetaveña actuó como portavoz de la Liga Argentina del Libre Pensamiento en 1910,  y describe así sus ideas: “influido por la ideología del Progreso, imaginaba a América como cuña de una nueva civilización, de “una humanidad futura, donde se fundirán razas, lenguas, doctrinas, religiones, costumbres e instituciones de las demás partes del planeta”. Su liberalismo era político y cultural, pero también económico. En la esfera cultural, deseaba la “secularización de todas las instituciones”, “la instrucción pública científica, laica y obligatoria para todos”, base de “las industrias útiles”. En lo económico, Barroetaveña se oponía –como muchos radicales en este momento– al proteccionismo aduanero reclamado por ciertos miembros del Partido Autonomista Nacional”.

Barroetaveña mantuvo fuertes lazos de amistad con Leandro Alem, al que siguió hasta su muerte en 1896, pero no tuvo una buena relación con su sobrino, Hipólito Yrigoyen, con el que estaba notoriamente distanciado. Esta circunstancia hizo que Barroetaveña se mantuviera bastante alejado de la actividad política luego de sus mandatos como diputado.

En 1931, proscripto y obligado al exilio Alvear, Barroetaveña fue el candidato presidencial del radicalismo antipersonalista entrerriano, en contraste con otras provincias en las que los antipersonalistas apoyaron la candidatura de Agustín Pedro Justo acompañado por José Nicolás Matienzo, mientras que el Partido Demócrata Nacional, coincidiendo en la candidatura presidencial de Justo, impulsó a “Julito” Roca para ocupar la vicepresidencia, posición ésta que fue la que se impuso finalmente. En Entre Ríos el triunfo correspondió a la UCR “Independiente”, que con la fórmula Barroetaveña – Matienzo obtuvo el 45,96%. En segundo lugar se ubicó la Concordancia que apoyaba a Justo, con el 35,23%, y más atrás la Alianza Civil, coalición integrada por el Partido Demócrata Progresista y el Partido Socialista, con el 18,82%. Entre Ríos, donde se impuso Barroetaveña, y Santa Fe, donde ganó la Alianza Civil con la fórmula Lisando de la Torre – Nicolás Repetto, fueron las únicas provincias en las que el triunfo no correspondió a la Concordancia, en elecciones que fueron caracterizadas junto a otras de esa década como el “fraude patriótico”.       

No existe nada en Concepción del Uruguay que recuerde a Francisco Barroetaveña, y permanece casi como un ilustre desconocido en el partido que ayudó a fundar.

Fuentes:

"Francisco Barroetaveña." n.d. Efemérides radicales. http://www.efemeridesradicales.com.ar/indice/F/Francisco_Barroetavena/Francisco_Barroetavena.html.

MIcheletti, María Gabriela. "Historia religiosa, libre pensamiento y anticlericalismo. La relación epistolar de dos amigos unidos por un credo liberal laico: David Peña y Francisco Barroetaveña ." 2017. Acta Académica. https://cdsa.aacademica.org/000-019/426.pdf.

Mollés, Dévrig. "¿Derecha o izquierda? El anticlericarismoargentino frente a la cuestión social (1904 - 1910)." 2013. Dialnet. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4789985.


Publicado en el diario La Calle el 20 de julio de 2025.

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WENCESLAO GADEA

Por José Antonio Artusi

Wenceslao Simón Gadea nació en Concordia el 28 de septiembre de 1864 y murió en Concepción del Uruguay el 15 de agosto de 1951. Sus padres eran uruguayos. Cursó el bachillerato en el Colegio del Uruguay y posteriormente se recibió de escribano en 1889. Radicado en Concepción del Uruguay tuvo una extensa actuación política en el conservadorismo, en la función pública, y en la vida de numerosas instituciones de la sociedad civil. Fue uno de los socios fundadores del Círculo Católico de Obreros, del Tiro Federal Argentino y de la Sociedad Rural. Presidió el Club Social, integró el directorio del Banco Agrícola Comercial y el Consejo Directivo de la Asociación Educacionista “La Fraternidad”. Incursionó en el periodismo, fundando y dirigiendo los periódicos “El Independiente” y “El Republicano”.

Respecto de su trayectoria en la gestión municipal José Vernaz nos dice que “Gadea se había desempeñado como auxiliar del Departamento de Obras Públicas... Más tarde, renunciaría a dicho puesto para asumir el 5 de noviembre de 1899 como escribano municipal. Entre 1891 y 1892 lo veremos desempeñarse como examinador de la Escuela Municipal. El 18 de diciembre de 1893 cubrirá la vacante de secretario del municipio... Permaneció en este último cargo hasta el 2 de enero de 1897. Don Wenceslao presta sus servicios en el cargo de presidente municipal a partir del 7 de enero de 1899. Luego de ser reelecto, extiende su labor hasta el 20 de mayo de 1902, día en el que renuncia para asumir las funciones de diputado provincial”. Ocupó la titularidad del Departamento Ejecutivo entonces el presidente del Concejo Deliberante, Porfirio Tenreyro.    

Recordemos que la constitución provincial reformada en 1883 establecía que los presidentes municipales se elegían cada dos años. Recurrimos nuevamente a la pluma del profesor Vernaz para evocar la elección del 2 de diciembre de 1900: “los candidatos que pretendían la presidencia municipal para el período 1901 – 1902 fueron Wenceslao Gadea, Alberto Carosini y Juan Martínez... Alberto Carosini incorporó candidatos de peso durante la recta final de esas elecciones, tales como el Sr. Gregorio Seró… Con todo, Wenceslao Gadea fue quien se llevó el triunfo”.     

Un hito relevante de su gestión al frente de la municipalidad fue la instalación de una usina de energía eléctrica y la instalación de alumbrado público en 200 cuadras, en sustitución del anterior sistema de gas acetileno, que a su vez había reemplazado al que utilizaba kerosene. También puede mencionarse la apertura de nuevas calles, la reconstrucción del cementerio, y la tramitación de subsidios para la refacción del edificio de Correos y Telégrafos y de la Basílica de la Inmaculada Concepción. Se canceló una deuda que el municipio mantenía con la provincia.

María Virginia Civetta y Carlos Ratto recuerdan la ordenanza 21, del 19 de febrero de 1901, que dispuso autorizar al Departamento Ejecutivo Municipal “para que someta a estudio de persona perita, la sustitución de los paraísos que se encuentran en la plaza “General Ramírez”, por la arboleda adecuada para esta clase de paseos, debiendo presentar un proyecto al efecto”. La norma generó la oposición de algunos sectores, que se vieron reflejados en la crítica de la iniciativa que hizo el diario “La Juventud”.  El 11 de marzo de 1901, por ejemplo, el periódico reclamaba así: “Ninguna resolución ha tomado el C.D. Municipal que destruya su resolución destinando a ser cortados los árboles de la plaza y por lo tanto, repetimos nuestra protesta. El público sensato ha aplaudido nuestra propaganda y solo hay palabras de acre reproche contra los que han ordenado semejante extinción. Los árboles de la plaza están bien como están y los únicos responsables de la falta de ornato y desmantelamiento de la misma serán los Sres. Ediles, muchos de ellos sin intereses en este vecindario y que bien pueden estar hoy en esta como mañana en Buenos Aires y, por consiguiente, importándoles bien poco que exista o no plaza, que tengan o no árboles que le embellezcan, etc.”

Los autores mencionados señalan que “el periódico dirigido por Lorenzo L. Sartorio fue muy crítico con las acciones del municipio y no son raros los ataques al intendente y ediles por la plaza…  podemos llegar a afirmar que la tala indiscriminada de árboles no ocurrió ese año, ya que, de haberse hecho, se vería reflejado en las páginas del periódico, aunque podría haberse hecho un año después, a juzgar por una foto fechada en 1902. Wenceslao Gadea produjo importantes modificaciones en el viejo trazado de la plaza, como puede verse en viejas fotos”.

Integró la convención que reformó la Constitución provincial en 1908, en representación del círculo Uruguay – Colón. En esa oportunidad, tal como señala Beatriz Bosch, se “eleva a seis el número de miembros del Superior Tribunal de Justicia, se restablece la inamovilidad de los jueces y el gobierno de la educación como lo impusiera la Constitución de 1883.”  

El 1º de diciembre de 1907 fue electo concejal, para el período 1908 – 1909, durante la intendencia de Juan Benigno Martínez. Años más tarde, el 6 de diciembre de 1931 fue electo nuevamente, por el Partido Demócrata Nacional, junto a Rodolfo Seró Mantero. En ese período (1932 – 1933) el presidente municipal, designado por el gobernador, fue Albano Lucio Giménez.  Gadea fue nuevamente concejal en 1934, durante la intendencia de José Anselmo Orsolini.   

Wenceslao Gadea participó en la Comisión Honoraria del Palacio San José y Museo Regional, tal la categoría en esa época de lo que había sido la residencia de Urquiza. En 1943 publicó un libro titulado “Don Justo, la tragedia de Entre Ríos 1870 – San José y Concordia”.

En mérito a su trayectoria profesional en 1945 Gadea fue distinguido como el primer presidente honorario del Colegio de Escribanos de Entre Ríos. En 1947 presidió la “Comisión Pro-Stella Maris”, organización de vecinos que en 1949 vieron fructificar sus esfuerzos con la inauguración del faro que marca el acceso al puerto uruguayense. Una ordenanza de 1952 impuso su nombre a una calle y autorizó a emplazar un busto que honre su memoria en una plazoleta cercana al puerto. La obra escultórica es de autoría de Nicolás Antonio.

Fuentes:

Bernasconi, Alejandro. "Algunas presidencias municipales de Concepción del Uruguay durante el intervencionismo conservador. 1932 - 1939." Intendentes uruguayenses 1873 -2023. Concepción del Uruguay: Espacio Editorial Institucional UCU, 2023.

Bosch, Beatriz. Historia de Entre Ríos. Buenos Aires: Editorial Plus Ultra, 1978.

Civetta , María Virginia and Carlos Ratto. "Cuando se dispuso talar todos los árboles de plaza Ramírez." 2021. Concepción, historia y turismo. https://concepcionhistoriayturismo.com/2021/03/28/cuando-se-dispuso-talar-todos-los-arboles-de-plaza-ramirez/.

Vernaz, José. "Intendencias de Concepción del Uruguay. 1900 - 1932." Intendentes uruguayenses 1873 - 2023. Concepción del Uruguay: Espacio Editorial Institucional UCU, 2023.      

Publicado en el diario La Calle el 13 de julio de 2025.

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CARLOS CONTÍN

Por José Antonio Artusi

El 7 de julio se cumplirán 62 años de la elección de la fórmula Carlos Contín – Teodoro Marcó como gobernador y vicegobernador de Entre Ríos.

Carlos Raúl Contín nació en Nogoyá el 4 de noviembre de 1915 y murió en Buenos Aires el 8 de agosto de 1991. Tras egresar de la Universidad Nacional del Litoral con el título de bioquímico comenzó a participar activamente en el radicalismo. En 1946 fue electo concejal de la Municipalidad de Nogoyá. Desempeñó numerosas responsabilidades en la conducción de la Unión Cívica Radical, desde el Comité Departamental de Nogoyá hasta la presidencia del Comité Nacional.

En las elecciones del 23 de febrero de 1958 fue electo diputado nacional, en representación de la Unión Cívica Radical del Pueblo, junto a Miguel Agustín Parente y Carlos Humberto Perette. En esa ocasión la UCRP obtuvo 114.213 votos, el 32,57%, y fue superada por la UCR Intransigente, que con el 49,41% consagró 6 diputados. Con el peronismo proscripto, el voto en blanco llegó al 8,26%. Dado que el Congreso había sido disuelto se eligió en esa oportunidad a la totalidad de los diputados, sorteándose quien tendría mandato por dos años y quien por cuatro. A Contín le correspondió un mandato por dos años, hasta 1960, año en el que renovó su mandato. Pero en esa elección el resultado se invirtió: el 27 de marzo de 1960 el triunfo correspondió a la UCRP, con el 37,71%, y el segundo lugar a la UCRI, que con el 29,54% consagró dos candidatos, Jorge Washington Ferreyra y Héctor Buenaventura Sauret. Entre votos blancos y nulos se superó el 22%. Un dato relevante de esos comicios, junto con anteriores, es la declinación electoral del conservadorismo entrerriano, que en 1958 apenas superó el 8% (sumando el Partido Demócrata y el Partido Demócrata Conservador Popular) y en 1960 llegó al 19,14% con el Partido Demócrata Unido, pero sin lograr obtener bancas. Recordemos que en la elección a gobernador de 1943 el candidato conservador, Pedro Radio, había perdido por sólo 2781 votos frente a Enrique Fermín Mihura, de la UCR. El mandato legislativo se vio trunco por el golpe militar que derrocó al presidente Arturo Frondizi el 29 de marzo de 1962.    

El 7 de julio de 1963 Carlos Contín fue electo gobernador, acompañado por el uruguayense Teodoro Ernesto Marcó como vice. La fórmula de la Unión Cívica Radical del Pueblo obtuvo 113.436 votos, el 39,91%, mientras que la Unión Cívica Radical Intransigente, con la fórmula Ricardo Yrigoyen – José Pons, quedó en segundo lugar con el 33,31%. Se invirtió de esta manera el resultado del año anterior. Efectivamente, es poco recordado que el 18 de marzo de 1962 la UCRI se alzó con el triunfo en las elecciones convocadas para suceder al gobernador Raúl Uranga. En esa oportunidad Ricardo Irigoyen derrotó al candidato de la UCRP, Carlos Humberto Perette, que un año más tarde dejaría la candidatura a gobernador a su correligionario Contín y sería electo vicepresidente de la República acompañando a Arturo Umberto Illia. En 1963, a diferencia de 1962, el peronismo estuvo parcialmente proscripto. Se le permitió participar en la elección de legisladores, pero no en la de gobernador. En la elección de gobernador el Partido Demócrata Unido quedó en tercer lugar con el 9,75%, y el voto en blanco representó el 9,69% del total. Mientras que en la elección de diputados el tercer lugar correspondió al Partido Tres Banderas, peronista, que obtuvo el 12,37%. Para la elección de senadores se recurrió en ese momento a un peculiar sistema, en franca contradicción con los preceptos de la Constitución de 1933. Se procedió a dividir la provincia en 3 circunscripciones. El departamento Uruguay formó parte de la tercera, junto a Gualeguaychú, Gualeguay y Nogoyá, a la que le correspondían 4 senadores. Dos correspondieron a la UCRP (uno fue el uruguayense Miguel Angel Gonella), que se impuso a la UCRI por sólo 323 sufragios, uno a la UCRI y uno al Partido Tres Banderas.               

Carlos Contín asumió la gobernación el 12 de octubre de 1963 y como sabemos su mandato fue interrumpido por el golpe militar del 28 de junio de 1966. Sobre su labor de gobierno, en menos de tres años, Enrique Pereira ha dicho que “fue intensa y transformadora… se creó el Ministerio de Acción Social, con las áreas de Salud, Trabajo y Acción Social. Fueron obras de su período – en apretada síntesis – la reanudación de las tareas del Túnel Subfluvial, las creaciones del Albergue del Canillita “Crisólogo Larralde”, la Escuela de Servicio Social, la Escuela de Enfermería, la construcción de las usinas de María Grande y Nogoyá, la erección de más de ciento veinte edificios escolares de campaña, caminos, etc.” Beatriz Bosch recuerda que “durante el período del doctor Contín se agita la idea de contar con una universidad propia, idea que el gobernante impulsa con entusiasmo”. 

El gabinete de Contín estuvo integrado por Benjamín Stubrin como ministro de Gobierno, Justicia y Educación; César Luis Corte a cargo del Ministerio de Hacienda, Economía y Obras Públicas; y Sergio Alberto Montiel en el Ministerio de Acción Social. Al renunciar Montiel en abril de 1966 lo reemplazó Luis Tabuenca.

Tras el golpe de 1966 que lo destituyó, Contín continuó militando intensamente. Fundó y dirigió el periódico “Conducta” desde el cual condenaba duramente a la dictadura de Onganía.      

En 1981, al morir Ricardo Balbín, debió hacerse cargo de presidir el Comité Nacional de la Unión Cívica Radical, y en ese rol le tocó dar continuidad a la Multipartidaria – confluencia de partidos políticos que procuraban una salida democrática de la dictadura – y organizar los comicios internos que consagraron la fórmula Raúl Alfonsín – Víctor Martínez. El presidente Alfonsín lo designó vicepresidente del Banco Central y renunció en 1985.   

Enrique Pereira, que lo conoció bien por ser su secretario privado, a pesar de la diferencia de edad y aún de pertenecer a sectores internos diferentes del radicalismo, lo retrata como “un político de una notable formación, un lector sin pausas, un gran conocedor de la historia nacional y americana, además de un inolvidable orador. Universitario y hombre de campo, conoció de cerca muchas facetas de la vida entrerriana” … “un hombre de gran cultura, de una cortesía exquisita y de una extraordinaria sencillez y austeridad”.  

 

Fuentes:

Bosch, Beatriz. Historia de Entre Ríos. Buenos Aires: Editorial Plus Ultra, 1978.

Pereira, Enrique. Diccionario biográfico Nacional de la Unión Cívica Radical . Buenos Aires: Ediciones IML, 2012.

—. Mil nombres del radicalismo entrerriano. Santa Fe: Universidad Nacional del Litoral, 1992.

 

Publicado en el diario La Calle el 6 de julio de 2025.

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